Captiva es particularmente vulnerable a las amenazas de huracanes debido a su ubicación geográfica en la costa de Florida. Es una isla y tiene una elevación muy baja, con su punto más alto siendo un escaso 20 pies por encima del nivel del mar. Esta situación la hace propensa a la inundación por marejada ciclónica y las inundaciones costeras. La amenaza se intensifica ya que la mayoría de los asentamientos de la isla están junto a cuerpos de agua, y los vientos potencialmente dañinos pueden acelerar sobre estas superficies abiertas. Los posibles impactos de los huracanes incluyen marejadas ciclónicas, fuertes lluvias que provocan inundaciones, y daños por vientos intensos. Los daños a la infraestructura incluyen edificios y puentes, los escasos recursos de agua dulce podrían contaminarse por la inundación de agua salada, y existe potencial para la destrucción del hábitat. En términos de precedentes históricos, el Huracán Charley en 2004 tuvo un impacto significativo en Captiva, causando graves daños a la propiedad y a la infraestructura. La isla fue impactada directamente por la pared del ojo del huracán, una de las partes más destructivas de la tormenta, con fuertes vientos y marejada ciclónica. Además de Charley, otras tormentas significativas han tocado tierra o afectado el área en los últimos 30 años, incluyendo el Huracán Andrew en 1992, el Huracán Wilma en 2005, y el Huracán Irma en 2017. Cada una de estas tormentas también trajo fuertes lluvias, vientos de alta velocidad, e inundaciones asociadas, resaltando la vulnerabilidad continua de Captiva a tales tormentas en el futuro.